9 de Junio… ¿cuántos mas?

Crónica del 9 de Junio de 2006
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Cada año se repite el mismo ritual… El Siervo de Dios llega a las 5 AM al Huerto Getsemaní para la conmemoración del fallecimiento del anterior apóstol, el Hno. Aarón Joaquin.

Entra en medio del consabido «Hosana, Hosana Hosaaaanaa», toma su lugar, ora y pide el canto que cada año se le canta  a un muerto:  Que Dicha Siente el Alma

He estado en estos rituales tantos años en este mismo lugar y desde que era pequeño, que ya todo es para mi el lugar común, tengo la sensación constante de Déja Vú.

Este año no es diferente, solo que en vez de que el Siervo de Dios (SDD) hable media hora con toda la congregación de pie, esta vez cede la palabra a no se que personaje antiguo, quien se avienta un largo discurso -ve tu a saber sobre que- creo que es una anécdota histórica. La verdad, mi mente está en otro sitio, estoy tan incómodo que lo único que quiero es que termine todo el show de una vez por todas, para irme a dormir un ratito más.

Después del largo soliloquio de la reliquia luzmundana, el SDD pide una oración antes de irse a seguir la ceremonia al interior del templo, donde ya algunos coros están en sus lugares, cosa rara este año.

Una vez dentro del Templo, toma la palabra Santiago Joaquin, para relatar alguna anécdota histórica, ahora desde el punto de vista de la familia «Real». Su discurso dura casi media hora, del cual no he podido entender una sola frase, una sola idea, pues el sonido es pésimo al menos en el lugar donde me encuentro ubicado, y solo se escuchan balbuceos -gracias a Carlos Montemayor-.

Después del largo monólogo de Santiago, es el turno de María Joaquín, quien por lo menos habla un poco más claro, lo cual no representa para mi ninguna ventaja, pues de cualquier manera no me interesan sus anécdotas cargadas de un forzadísimo sentimentalismo, además, el pésimo sonido ayuda para que solo alcance a captar la frase: «Los países conquistados». Supongo que se refiere al concepto que se tiene en LDM de conquista, en el que solo basta que un solo miembro de su iglesia haya emigrado a X país para considerarlo «un triunfo más del SDD» o «una nación más conquistada».

Por fin termina el aburrídísimo discurso de María. 

Seguidamnete el SDD pide un canto al Coro Metropolitano, los cuales entonan quien sabe que cosa. Se nota que lo acaban de ensayar un día antes. No me pregunten de qué hablaba el mentado himno, es tan simplón y es tan mediocre su interpretación, que no llama mi atención ni tantito.

Siguen unas cuantas palabras… la lista de quienes escuchan por internet en otras partes del mundo, -espero que aún sigan despiertos después de semejantes discursos somniferos- luego pide una oración. 

Por fin sale del templo lanzando bendiciones, con todo el séquito de funcionarios religiosos tras de sí, siempre en perfecto orden jerárquico claro está, los de primera categoría encabezan el cortejo, luego le siguen los de segunda clase y atrás los de tercera, estos últimos casi siempre achichincles (sirvientes) de los primeros. Así mismo en el séquito va un montón de jovencitas en su mayoría poco agraciadas físicamente, perfectamente uniformadas, con sus ramos de flores en sus manos, quienes forman parte de un grupo del que no se su nombre, pero que parece tener solo una función: servir de escenografía y así aumentar la espectacularidad -es un decir- de las presentaciones del SDD. Mientras esto sucede, el pueblo se vuelca en un llanto colectivo y el himno-alabanza-al-SDD «Como la Aurora» retumba en las bocinas, cantado por los coros de manera automática. -en el fondo seguramente pensando en que momento se acaba todo esto para irse a desayunar su rico menudo-.

Salgo a la calle, camino unas cuantas cuadras y encontrándome ya alejado de la «tierra santa» que es la Hermosa Provincia vuelvo a respirar el aire fresco. El mundo parece seguir girando de manera normal. Por acá una señora barre su banqueta, por allá otra apresura a sus niños para a la escuela. Lo mismo harán los samuelitas promedio después de la reunión: seguirán con su vida normal. La elevada dosis de sentimentalismo, discursos, llanto, cantos y loas al SDD no habrán logrado cambiar en lo absoluto su vida. Seguirán hablando mal del prójimo, mintiendo, engañando, adulterando, etc. Eso sí: su amor por el SDD se habrá reafirmado.

Es hora de ir a trabajar…. mañana 10 de junio me espera una jornada aún más pesada, será uno de los días de alabanzas y loas al SDD más absurdos del año.

Mientras tanto yo me vuelvo a preguntar la pregunta del millón… ¿Cuánto tiempo más aguantaré todo esto? ¿Cuanto tiempo más mantendré las apariencias para evitar que a mi familia le de un infarto al enterarse que me he desconectado?

¿Cuánto tiempo más?